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Crítica TV: THE BORGIAS (LOS BORGIA), Primera Temporada

THE BORGIAS 8/10 (SHOWTIME, Serie, Primera Temporada de 10 Capítulos con Jeremy IronsFrançois ArnaudHolliday GraingerJoanne WhalleyLotte VerbeekDavid Oakes, Sean Harris, Simon McBurney, Derek Jacobi, Aidan Alexander, Colm Feore, Emmanuelle Chriqui. Creada por Neil Jordan.)

Es 1.492 y el papa ha muerto dejando una Roma caótica y una Iglesia asolada por la corrupción. A través de intrigas y sobornos el español Rodrigo Borgia se convierte en el nuevo pontífice. Sin embargo, lo que ha sido la meta de su vida se convierte en un nuevo comienzo cuando sus enemigos se alían para expulsarle del trono de San Pedro. Será entonces cuando los Borgia, con la única meta de mantener el poder, harán uso de sus artes más sofisticadas para la traición, el engaño y el crimen.


Mucho tiempo anduvo buscando Neil Jordan los medios necesarios para convertir su obsesión por Los Borgia en un relato competitivo que gozara de la atención de su público. Por fortuna para el espectador, la alianza entre el artista y la cadena Showtime logró que por fin esta familia mostrara sus inmorales andanzas más allá de las fronteras del tiempo. Los Borgia es una serie magnífica, opulenta y fastuosa pero no sobrecargada ya que es capaz de evitar el lujo cardenalicio para, cuando es necesario, mostrar la suciedad material de una Roma podrida por dentro, en sus mismos valores. La minuciosa reconstrucción de ese Renacimiento sangriento es sólo un aliciente más de un show que ha mostrado también lo mejor de sí mismo en las interpretaciones de un reparto de lujo, a las que acompaña un guión sólido firmado por su propio creador. Jordan contempla a Los Borgia como una familia criminal, muy similar a otras que han acaparado la imaginación del respetable gracias a su éxito en la pequeña pantalla, un medio que en los últimos tiempos se ha convertido en el mejor para crear con libertad y audacia, con calidad y sentido del entretenimiento. Tanto ha mejorado la ficción catódica que, y esto es un placer casi divino, obras máximas como esta no destacan como debieran gracias a una competencia brillante. Presumiblemente calificada en otros medios como de obra maestra en la televisión actual Los Borgia, con sus diálogos excesivos, sus maquinaciones de alcoba y sus planos propios de cuadros renacentistas, se convierte en una pieza indispensable para aquellos que buscan auténticas historias de la historia. Esas que no hablan de héroes y estadistas, sino de individuos crueles, ambiciosos y mezquinos que se convirtieron en inmortales sólo gracias a ser, sin duda alguna, los más atroces de su era.

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Crítica TV: ARCHER, Segunda Temporada

ARCHER 7/10 (FX, Serie, Segunda Temporada de 13 Capítulos con las voces de H. Jon Benjamin, Aisha Tyler, Judy Greer, Chris Parnell, Jessica Walter, Amber Nash. Creada por Adam Reed y Matt Thompson.)

En teoría ISIS es una organización ultrasecreta encargada de los trabajos de inteligencia más peligrosos, labor que lleva a cabo con precisión quirúrgica Sterling Archer, el superagente estrella de la agencia. Archer es sobre el papel un espía sofisticado, hábil y eficaz, pero la realidad es muy diferente. La verdad es que Archer es un desagradable individuo que no cae bien a nadie y que debe su posición a Mallory Archer, su madre, directora de ISIS, una organización repleta de extraños trabajadores que no pierden ocasión para hacerle la puñeta a sus compañeros, a su jefa y sobre todo al propio Archer.

Superado el shock de comprobar durante el año pasado que la en apariencia inocente, clásica y estilosa Archer era una de las mayores salvajadas de la televisión, aquellos que han permanecido fieles a las surrealistas aventuras del agente habrán disfrutado durante esta segunda campaña de la reafirmación de los factores que la hicieron una de las series más interesantes de la pequeña pantalla. Y que no se malinterprete esta opinión: el interés de Archer no viene suscitado por sus intrincadas tramas, sus profundos personajes y sus múltiples interpretaciones metafísicas, sino por su deliberada falta de tacto, su afición por lo grosero y su evidente falta de autocensura. Así Archer, que tras esta descripción deja claro que no es para todos los públicos, es un producto irreverente, por momentos demasiado artificioso, pero también uno fresco, bruto y, en el fondo, sincero. Archer, como el propio personaje, no es un gran maestro del subterfugio por lo que no intenta nunca aparentar algo que no es, ni se hace pasar por un show más blando para atraer más público. Rendida a sus incondicionales esta segunda temporada aporta por tanto más de lo mismo pero en mayores y más cuidadas dosis de humor gamberro dejando para la posteridad las garruladas de Pam, las locuras de Cheryl / Carol o las impredecibles andanzas de un Sterling Archer que ha llegado para quedarse.

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Crítica TV: SPARTACUS – GODS OF THE ARENA (ESPARTACO – DIOSES DE LA ARENA)

SPARTACUS: GODS OF THE ARENA 4/10 (STARZ, Miniserie, 6 Capítulos con Dustin Clare, Lucy Lawless, John Hannah, Peter Mensah, Manu Bennett, Andy Whitfield, Antonio Te Maioha, Nick Tarabay, Jaime Murray, Lesley-Ann Brandt, Marisa Ramirez, Temuera Morrison, Jeffrey Thomas, Craig Walsh-Wrightson, Gareth Williams. Creada por Steven S. DeKnight.)

La casa de Batiato ha cambiado de dueño. Ahora su gestor es un ambicioso joven que está dispuesto a utilizar todas las artes de las que dispone para llegar a lo más alto de la sociedad de Capua. Por fortuna, tiene a su disposición los servicios de Gannicus, un ególatra gladiador celta que parece ser imbatible. De su triunfo en la arena depende el destino de la casa de Batiato y de los muchos luchadores que viven en ella. Ese el caso de Oenomaus, el único que sobrevivió a un combate con el invencible Theokoles y también el de Crixus, un humilde esclavo galo que se ve forzado a convertirse en gladiador. Sin embargo el camino hacia el poder está lleno de trampas mortales.

Ya sabemos que en Spartacus no hay lugar para la moderación, pero lo realmente sorprendente es que esa pasión por el exceso ha afectado de manera muy dispar a sus seguidores. Los hay que califican a la serie como un grotesco compuesto de caspa y fluidos, mientras que para otros es la maravilla definitiva de la ficción audiovisual. Probablemente ninguno de esos grupos esté en posesión de la razón y, lo que es peor, ese fantatismo les lleva a no disfrutar por completo de la serie o a hacerlo sin comprenderla. Como ocurriera con su predecesora el único método para gozar con Spartacus sin ver cuestionado de por vida el gusto artístico propio es aceptando sus limitaciones y centrándose en sus aspectos más favorables que, aunque no lo parezca, los tiene. Los que vieron Sangre y Arena ya sabían a qué se enfrentaban en esta Dioses de la Arena. A sangre falsa, sexo coreografiado, diálogos fuera de tono y sobreactuaciones, pero también a tramas que avanzan a toda velocidad sin miedo al riesgo y personajes que a su manera, se han ganado el cariño del respetable. Un juicio objetivo concluye por tanto que artísticamente Spartacus provoca pavor y mofa a partes iguales, pero también que siendo aceptada como un maravilloso placer culpable proporciona un entretenimiento sin competencia gracias a su ya conocida osadía a la hora de desarrollar su argumento. Tal vez por su condición de precuela, por conocer por anticipado el destino de algunos personajes, esta Dioses de la Arena pierde potencial frente a su nodriza, pero sigue dejando claro que en las temporadas venideras Spartacus no va a cambiar su fórmula y que seguirá despertando entre sus incondicionales opiniones contrapuestas pero igual de intensas.

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Crítica TV: DEXTER, Quinta Temporada

DEXTER 8/10 (SHOWTIME, Quinta Temporada de 12 Capítulos con Michael C. Hall, Jennifer Lawrence, Julia Stiles, Jonny Lee Miller, C.S. Lee, Lauren Vélez, David Zayas, James Remar, Desmond Harrington, Peter Weller. Creada por James Manos Jr.)

La trágica pérdida sufrida por Dexter amenaza con cambiar su vida para siempre, viéndose incluso obligado a dejar atrás a su Oscuro Pasajero. Sin embargo Dexter pronto volverá a la acción, poniendo su atención en un aparentemente inofensivo individuo que esconde un terrible secreto. La persecución llevará a Dexter a conocer a una joven con la que establecerá una extraña y profunda alianza.

Los fans de Dexter recibieron con cierta preocupación aquel anuncio por parte de sus responsables en el que se comprometían a cambiar la dinámica de la serie en esta quinta temporada. Los seguidores incondicionales del personaje coincidían sin fisuras en que su show favorito era uno de los pocos de la televisión que funcionaba perfectamente tal y como era, sin necesitar en absoluto profundas alteraciones. Por fortuna, la experiencia nos ha demostrado que aquel anuncio no decía toda la verdad o que, al menos, aquella intención no se ha visto plasmada en pantalla de forma contundente. Dexter, por suerte, sigue siendo ese tipo afortunado que ante una cuestión metafísica sobre su propia identidad, encuentra ante sí la respuesta en forma de carne, sangre y hueso. El constante enfrentamiento y consiguiente evolución de su personalidad, miedos y deseos, le ha llevado a plantar cara a siniestros parientes cercanos, inestables novias, manipuladores amigos y despiadados padres de familia. En esta quinta campaña, el misántropo Dexter encuentra por fin alguien digno de su afecto y confianza. Y lo hace, una vez más, a lo largo de un proceso minuciosamente planificado por los guionistas de la serie, tipos brillantes capaces de llevar al límite en cada capítulo al pobre experto en sangre y al emocionado espectador. Dicen que Dexter no cambia, aunque en realidad lo hace, pero aunque así fuera, el show no necesita de medidas drásticas para no quemarse. Su imparable dinamismo y amor por el riesgo, hacen de Dexter un thriller perfecto, que goza además de una situación privilegiada dentro del imaginario colectivo de los televidentes gracias a cinco años de éxito incuestionable. Así que señores de Showtime, por favor, no nos cambien a Dexter. Que ni se les pase por la cabeza. Sigan trabajando como hasta ahora, porque lo que hacen, funciona. Déjenle a él que siga peleando con su doble vida y a nosotros disfrutando con sus problemas y, como mucho, vayan pensando en un final de altura para que en el futuro se recuerde a esta Dexter como lo que es hasta el momento. Un referente, un icono, un personaje antológico que a pesar de su naturaleza oscura, nos tiene siempre a su lado.

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Crítica TV: BOARDWALK EMPIRE, Primera Temporada

BOARDWALK EMPIRE 8/10 (HBO, Primera Temporada de 12 Capítulos con Steve Buscemi, Michael Pitt, Michael Stuhlbarg, Michael Shannon, Stephen Graham, Aleksa Palladino, Michael Kenneth Williams, Gretchen Mol, Jack Houston. Creada por Terence Winter.)

Llega un momento viendo Roma, The Wire o Los Soprano en el que el espectador percibe que lo que tiene delante no es una serie más, sino un acontecimiento artístico único que pronto se convertirá en una ineludible referencia del medio. Gracias a su mareante presupuesto, a su brillante producción, a su impecable ambientación, su intachable dirección; gracias a un elenco incomparable dentro de la pequeña pantalla, a personajes sabrosos y guiones meticulosamente construidos, no es temerario afirmar que llegará el día en el que Baordwalk Empire despierte esa agradable certeza entre su público y deje de ser un entretenimiento más para convertirse en una memorable obra maestra catódica. El caso es que a pesar de sus evidentes virtudes, la primera temporada del show no ha alcanzado aún esas cotas de genialidad que los más ingenuos esperábamos ver desde el primer minuto. Aunque el show goza de los alicientes ya mencionados, lo cierto es que durante gran parte de su primera campaña la serie se ha perdido en su propio preciosismo para aparentemente avanzar a ninguna parte. La indudable belleza plástica y la calidad técnica sostenían capítulo a capítulo una trama falta de la tensión, emoción y sobresaltos propias de su eminente cadena. Por fortuna los más pacientes -tal vez también los más leales a las siglas que marcan este proyecto- han recibido una merecida recompensa durante la segunda mitad de la temporada. Las piezas comienzan a moverse, los personajes a resultarnos cada vez más reconocibles y atractivos, las calles de la pútrida Atlantic City más familiares y las malvadas maquinaciones de sus habitantes mucho más interesantes. Como en las mejores obras, Boardwalk Empire se toma su tiempo para alcanzar ese nivel superior sólo reservado a la excelencia. El caso es que siga logrando convencer a sus fieles, que para fortuna son muchos, de que esa esperada transformación puede llegar en cualquier momento. Tal vez, incluso, en el próximo capítulo.

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Crítica TV: THE WALKING DEAD (LOS MUERTOS VIVIENTES), Primera Temporada

THE WALKING DEAD 7/10 (LOS MUERTOS VIVIENTES, AMC, Primera Temporada de 6 Capítulos con Andrew Lincoln, Sarah Wayne Callies, Jon Bernthal, Jeffrey DeMunn, Laurie Holden, Norman Reedus, Noah Emmerich, Steven Yeun, Chandler Riggs. Creada por Frank Darabont y Gale Anne Hurd.)

Tras recibir un disparo en acto de servicio, el sheriff Rick Grimes queda en coma. Días después Rick despierta para comprobar que el mundo que conocía ya no existe después de que oleadas de muertos vivientes hayan tomado el control de las ciudades. Rick deberá entonces iniciar un largo viaje a través de un país desolado con la esperanza de reunirse con su mujer y su hijo.

La brevedad de esta primera temporada de The Walking Dead nos deja en la inusual situación de encontrarnos ante su final cuando gran parte del público está aún asimilando su comienzo. Esta primera campaña del show ideado por Frank Darabont ha cumplido con el cometido para el que fue diseñada, servir de introducción a ese mundo pútrido y como primera toma de contacto con sus personajes. Gracias a estos primeros seis episodios ya conocemos a estos odiseos, malditos por su condición humana, que intentan salir adelante día a día y superar sobre la marcha las diversas complicaciones que se les presentan. Esto es en esencia The Walking Dead, una historia sobre un grupo de gente camino a ninguna parte que trata a toda costa de ampliar su agonía buscando solución a problemas propios de sus extraordinarias circunstancias. Darabont y su gente, conscientes de que no podían copar las elevadísimas expectativas creadas por una brillante campaña promocional, se han centrado en dibujar el boceto de su serie y demostrar que aunque el respeto al tebeo original es permanente en su tono, no lo es así en su trama. Se ha apostado por sorprender a propios y extraños llevando al grupo de supervivientes por senderos desconocidos, iniciativa loable que sin embargo ha lanzado a sus escribas, y en consecuencia a la serie, a algunos callejones sin salida. The Walking Dead conmueve y engancha, tiene una gran factura técnica y una digna producción, es hábil en el manejo de sus personajes, solvente en el tratamiento de los conflictos e imaginativa en la creación de nuevos retos, pero por momentos transmite la incómoda sensación de vagar sin destino fijo, de improvisar sobre la marcha y de no tener una meta preconcebida. Tal vez esas gigantescas esperanzas hayan sido contraproducentes y hayan minimizado el impacto salvaje que provocó la llegada del show y su excelente primer capítulo. O tal vez simplemente estos Muertos Vivientes no sean esa obra maestra que todos esperábamos, sino una serie de televisión muy recomendable que por el momento sigue buscando alcanzar su pleno potencial.

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Crítica TV: MISFITS, Primera Temporada

MISFITS 7/10 (CHANNEL 4, Primera Temporada de 6 Capítulos con Robert Sheehan, Nathan Stewart-Jarrett, Antonia Thomas, Lauren Socha, Iwan Rheon, Alex Reid. Creada por Howard Overman.)

Una extraña tormenta dota de increíbles poderes a un grupo de jóvenes delincuentes condenados a cumplir servicios comunitarios. Pronto los chavales descubrirán que no son los únicos a los que la tormenta ha alterado y que sus dones suponen más un problema más en sus agitadas vidas que un auténtico beneficio.

Las series juveniles han dado a la televisión algunos de los productos más nefastos y aún así más rentables de su historia. Este un género único, que se rige por reglas especiales, a menudo incomprensibles, ilógicas, marcianas, que logra dar contradicciones extremas tales como éxitos de público incuestionables generados por auténticos insultos al arte, la inteligencia y el buen gusto. Resulta por tanto legítimo que una parte del respetable eluda a toda costa este tipo de propuestas, escarmentado ya por las muchas debacles que ha parido esta temática. En base a esta lógica, de entrada Misfits podría parecer otra ocurrencia más con jóvenes atribulados por sus tensiones hormonales y aderezado, por aquello de variar, con un toque superheroico. Por fortuna esta ingeniosa serie británica huye de lo tópico y convencional, de la evidente mezcla entre FoQ y Héroes, para ofrecer un producto atractivo gracias a su desparpajo, atrevimiento e ironía. El darle poderes a un grupo de inadaptados que, para más inri, aún va camino a la madurez, ya apuntaba cierta mala leche pero esta se ve refrendada en cada descacharrante capítulo del show. Misfits evita convertir a sus personajes en héroes elegidos para mesiánicas metas y los retrata como perdedores irredentos que intentan seguir como sea con sus problemáticas vidas. En esta huída hacia adelante que supone cada día para estos ni-ni-nis (ni estudian, ni trabajan, ni ganas de hacerlo) el sexo, las drogas, la pobreza, la delincuencia, la incultura o la soledad son ineludibles factores de riesgo a los que estos inusuales poderes se unen como un problema más. A ese descaro en sus guiones, a un look muy caracterísitico y a su habilidad para hablar de temas vitales sin perder ni un ápice de capacidad de entretenimiento, Misfits ha sabido incorporar también a uno de esos personajes que deja huella. Nathan Young es probablemente el tipo más molesto e irreverente de toda la televisión actual, pero es también un aliciente básico, el motor elemental y, con el tiempo, un colega entrañable que todo buen show necesita para terminar de atrapar al espectador. Siempre entretenida e hilarante, a ratos profunda y brillante, Misfits es gracias a su desapego por lo convencional una de las sorpresas del año. Recomendable para todo tipo de público adulto aunque supere por mucho la edad de sus protagonistas.

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Crítica TV: EL SEQUITO (ENTOURAGE), Séptima Temporada

ENTOURAGE 7/10 (EL SÉQUITO, HBO, Sexta Temporada de 12 Capítulos con Adrian Grenier, Kevin Connolly, Kevin Dillon, Jerry Ferrara, Jeremy Piven, Perrey Reeves, Rex Lee, Emmanuelle Chriqui, Sasha Grey, Scott Caan, Dania Ramirez, John Stamos, William Fichtner. Creada por Doug Ellin.)

Vincent Chase está en el mejor momento de su carrera y por fin parece estar consolidado en el estrellato. Sin embargo tras rodar una escena de riesgo para el director Nick Cassavetes algo cambia en él. Mientras Eric vive su relación con Sloan, Tortuga busca provecho en un prometedor negocio, Ari intenta crear una franquicia deportiva y Drama busca su nuevo proyecto, Vincent comienza una espiral autodestructiva que cambiará por completo su personalidad y pondrá en peligro su carrera.

Los ricos también lloran, incluso después de seis años de fiestas, chicas y despiporre ininterrumpido. A El Séquito, la serie más buen rollera, divertida y dicharachera de la televisión le ha llegado en esta séptima campaña la hora del dolor. El otrora tranquilo, amistoso y encantador Vinnie torna, espiral autodestructiva mediante, en un desastre ambulante que, como ha hecho tradicionalmente la serie, muestra también uno de los aspectos más mediáticos de Hollywood. Hasta ahora Entourage había enseñado sólo el lado positivo de la búsqueda del éxito -salvo puntuales altibajos- pero en esta última temporada apuesta por relatar la caída en desgracia del ídolo, efecto tantas veces visto desde la barrera y al que la serie de Doug Ellin invita a pasar a su hasta ahora ingenuo espectador. El caso es que las desgracias nunca vienen solas y en su dramático tramo final de temporada parecen contagiarse también al bueno de Ari Gold y familia, dejando al público habitual de la serie pasmado y con, paradójicamente, muchas más ganas de lo habitual de ver cómo resuelve todo esto Ellin en la que se supone, será la última temporada del show. Por supuesto no son todo lágrimas, ya que El Séquito mantiene su habitual sentido del humor, sus cameos y sus papeles para estrellas que hacen de sí mismas. O, matiz importante, interpretan el estereotipo que todos tenemos en mente cuando pensamos en cómo son en privado. Así John Stamos es un presuntuoso de buen fondo, Bob Saget sigue siendo un salido y Sasha Grey, catalizador del desastre, una muy mala influencia para los buenos chicos. En definitiva esta séptima temporada de El Séquito echa por tierra todas las críticas que había recibido anteriormente el show, al que se le recriminaba funcionar únicamente como un brillante entretenimiento liviano que evitaba deliberadamente aguas profundas. Ahora, desde el abismo que yace debajo de la apacible superficie, Entourage destruye esa teoría y demuestra que estos ricos lloran, sí, pero sin perder ni interés, ni gancho ni por supuesto, tampoco estilo.

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Crítica TV: TRUE BLOOD (SANGRE FRESCA), Tercera Temporada

TRUE BLOOD (SANGRE FRESCA, HBO, Serie, Tercera Temporada de 12 Capítulos con Anna Paquin, Stephen Moyer, Alexander Skarsgard, Sam Trammell, Ryan Kwanten, Rutina Wesley, Nelsan Ellis, Deboraj Ann Woll, Kristin Bauer, Chris Bauer, Carrie Preston, Jim Parrack, Todd Lowe, Jon Manganiello, Evan Rachel Wood, Denis O’Hare. Creada por Alan Ball.)

Sookie busca desesperadamente a Bill después de su misteriosa desaparición. Seguir el rastro del vampiro llevará a la telépata de Bon Temps a dar con una nueva raza de extrañas criaturas y con un peculiar monarca vampiro con una visión muy particular de las relaciones de su especie con los humanos. Al mismo tiempo Eric trama nuevas maniobras para hacerse con Sookie, Tara intenta superar su pérdida al lado de un nuevo amante, Jason atraviesa por un peculiar trauma que le llevará a plantearse su futuro profesional, Hoyt y Jessica tratan de seguir adelante con su relación y Sam investiga en su propio pasado para encontrar a su familia biológica, lo que le traerá no pocos problemas.

La verdad es que poco más hay que decir de True Blood que no se haya dicho ya. Quienes la seguimos ya sabemos exactamente de qué va, qué es, qué vende, qué esconde y adónde nos lleva. Siendo claros, todos aceptamos que True Blood es una serie mala como el demonio, pero nos encanta. De hecho nos gusta hasta cierto punto que es normal cuestionarse sobre qué falló en nuestra formación como personas adultas responsables para estar tan enganchados con esta trampa mortal para la lógica y el buen gusto. True Blood es una serie asquerosa, repugnante y pegajosa de tanto fluido derramado en cada capítulo, sea lágrima, semen, sangre o vómito, y de tanto desgarro provocado sin piedad a nuestro frágil cerebro. True Blood tiene truco, y lo sabemos. Es repulsiva, y lo sabemos. Es ilógica y excesiva y casposa, y lo sabemos. Lo sabemos, pero aún así ahí estamos, plantados ante la televisión pidiendo más y más y sintiendo que todo lo que se nos da nos sabe a poco, en una dolorosa gula catódica que dura ya tres veranos.

Es Septiembre y una vez más, ya la tercera, sentimos que True Blood ha vertido en nosotros todos sus deshechos y que no nos ha sabido a nada. O tal vez sí, al irresistible sabor de la basura destilada y servida en cristal de Bohemia. Pero el caso es que a pesar del banquete, como ocurre cada temporada, seguimos con hambre de sangre fresca. Un verano más Alan Ball nos ha vuelto a colar la enésima tensión sexual entre el trío Eric-Sookie-Bill, el enésimo trauma de la repulsiva Tara, la enésima tontuna de Jason, el enésimo bicho sobrenatural que surge de la nada, el enésimo villano brillante, excesivo, soberbio y pasadísimo de vueltas, el enésimo giro argumental sin consistencia alguna. True Blood desde luego sabe lo que es tan bien como nosotros. Sabe que con un chinado como Russell Edginton puede salvar la papeleta de una temporada entera. Sabe que de ella esperamos siempre lo impensable, aunque venga por el camino de la marranada, la grosería y la provocación. Sabe que con un mordisco, un polvo, un grito y un disparo nos tiene ya babeando. Sabe lo que vende y sabe el motivo por el que se lo compramos, pobres yonquis de placer culpable. El gran talento de True Blood, de su equipo de genios malignos, es reconocer su pútrida naturaleza y explotarla en consecuencia. True Blood no es buena. True Blood no te ama. True Blood sólo te quiere para hacerte cosas malas y que te guste.

 

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Crítica TV: SHERLOCK, Primera Temporada

SHERLOCK(BBC, Serie, Primera Temporada de 3 Capítulos con Benedict Cumberbatch, Martin Freeman, Rupert Graves, Una Stubbs, Zoe Telford, Mark Gatiss. Creada por Mark Gatiss y Steven Moffat.)

Tras regresar de su servicio en la guerra de Afganistán, el Dr. John Watson está solo, aburrido y traumatizado. Casualmente un viejo amigo le pone en contacto con un potencial compañero de piso. Se trata de un tal Sherlock Holmes, un tipo extraño que goza de un agudo ingenio y una inusual capacidad de deducción. Gracias a esos dones Holmes se ha convertido en el único detective consultor de Londres, un trabajo que le lleva a ayudar a la policía en los casos más enrevesados. Pronto Watson empezará a implicarse en el trabajo de Holmes y a convertirse en su inseparable compañero.

Así a ojo puede que haya unos doscientos millones de series procedimentales en pantalla. Las hay de todo tipo. Médicos que investigan, mediums que desentrañan misterios, científicos detectives, madres inquisitivas, jubilados que resuelven casos y, por supuesto, también policías que hacen lo propio. Si a estos, que aún perviven en antena, le sumamos todos aquellos que fueron cancelados o que aún no han sido emitidos, la cifra se dispara. El procedimental, quitando las series de adolescentes en plena crisis hormonal y las sit-com, es el gran género de la pequeña pantalla. Por rentable, por sencillo, por atractivo y por ser el más adecuado para el espectador que busca un entretenimiento ocasional, sin futuros compromisos. Sin embargo por mucho que se quiera renovar el género, por mucho que se quiera buscar cierta originalidad, lo cierto es que todos estos detectives siempre terminan emulando a uno. Al único, auténtico e inimitable -por mucho que se intente- caballero del gabán, la lupa, la pipa y el ingenio afilado. Por eso cuando BBC anunció el regreso del inquilino del 221B de Baker Street todo el mundo esperaba una nueva adaptación elegante y clásica del personaje de Sir Arthur Conan Doyle. Pero eso es muy sencillo y esto es BBC.

La cadena inglesa, que ya tiene en antena dos excelentes obras del género como son Wallander y Luther -tan distintas y tan parecidas- se ha liado la manta a la cabeza con Sherlock, una adaptación del famoso detective que, y aquí viene la sorpresa, no se ambienta en la Inglaterra victoriana, sino en la actualidad. Increíble. Una idea tan sencilla y nadie la había llevado aún a cabo o al menos, no de manera no encubierta (y no miro a nadie Dr. House). El concepto en otras manos podría haber generado una obra aterradora, pero BBC aplica su formato habitual -temporadas cortas, capítulos de 90 minutos- y todo su talento, para convertir a la miniserie en una aventura trepidante en el que las notas escritas a carboncillo dejan paso a los smartphones, las páginas amarillentas del diario personal de Watson a un blog en la red de redes, los carruajes a los actuales taxis, las guerras coloniales a la Operación Libertad Duradera y los experimentos científicos practicados en lúgubres morgues a los más modernos montajes llevados a cabo en asépticos laboratorios criminales. El respeto al personaje y a sus aventuras está siempre presente, y al mismo tiempo su radical modernización es absolutamente efectiva.

Ayuda también a convencer al espectador el excepcional trabajo de su pareja protagonista, en especial el de un Cumberbatch poseído por el espíritu del personaje literario hasta extremos casi inconcebibles dentro del arte de la interpretación. Su trabajo con el investigador, apoyado por el paciente y casi aburrido doctor Watson al que da vida un convincente Martin Freeman, convierte a Sherlock en la propietaria de una de las parejas protagonistas más interesantes de la pequeña pantalla. Pareja, que es inusual trío, si contamos el siempre presente protagonismo de la ciudad de Londres, convertida la city en el show, con sus gentes, sus monumentos y sus retorcidos callejones, en el omnipresente compañero de los detectives. Sólo un pero, se percibe en algún momento cierta insistencia en lograr que los personajes gusten cuando de por sí ya lo hacen. Esa redundancia conlleva en ocasiones una leve molestia que, combinada con algún episodio que se alarga demasiado, aleja al show de la perfección absoluta. Perdonable defecto por el momento ya que con sólo tres capítulos, el primero de presentación y el último como una conclusión brillante -ambos por cierto dirigidos por Paul McGuigan- que el segundo flojee es una mera anécdota.

Este Sherlock del siglo XXI y su inseparable Watson son por tanto el evento de la en ocasiones aburrida temporada veraniega. Un éxito que nadie nada por sentado y que después de sólo tres capítulos ya ha logrado que un buen número de fans del misterio se reconcilie con un personaje memorable. Esperamos ansiosos su regreso, mister Holmes.

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